Les Éditions
rotatives. Éste es el único nombre que figura en la puerta de la
publicación desde que sufrió el atentado en el 2011. No existe
ninguna señal externa, por seguridad. Coco, amenazada ahora con un
arma, marca el código de entrada de la puerta blindada. Los terroristas están
dentro. "¿Charb?". Son las 11.30 de la mañana. Como
todos los miércoles el consejo de redacción de Charlie Hebdo está
reunido. Se debate la actualidad y las viñetas que la van
a re-interpretar sin indulgencia y buenas dosis de humor ácido.
En su entrada violenta a la redacción, los terroristas irrumpen en la
reunión."¿Charb?", pregunta uno de ellos. Y le acribilla.
"Leerás el
Corán". No sólo asesinan a Charb. Las ráfagas de los
kaláshnikov acaban con la vida de otros seis dibujantes y redactores, que están
en ese momento presentes en la reunión: Cabu, Tignous, Wolinski, Honoré, Elsa
Cayat y el economista Bernard Maris. A Ségolène
Vinson la indultan: "No te mataré; no matamos a mujeres,
pero tú leerás el Corán". Sí asesinan a mujeres: la redactora Elsa
Cayat.
Mesa salvadora. Los terroristas
siguen disparando y gritan invocando a Alá y a la venganza por
haberle insultado. Coco salva la vida escondida bajo la mesa
de un despacho. No tienen tanta suerte Mustapha Ourrad, corrector,
ni Franck Brinsolaro, agente que velaba por la seguridad de Charb,
ni Michel Renaud, exdirector de la alcaldía de Clermont-Ferrand, y
que ha sido invitado por la publicación.
Corte de mangas. El médico de
urgencias charb Patrick Pelloux, redactor de la revista y amigo
íntimo de Charb, llega a la redacción minutos después de la
masacre. "No los he podido salvar", solloza. "No
se podía hacer nada, todos tenían disparos en la cabeza". Por la
posición en cómo encuentra a su amigo Charb, en la silla, Pelloux interpreta
que murió"mientras intentaba levantarse, mientras les llamaba
gilipollas o les hacía un corte de mangas".
Entrenados. En la calle, los
dos terroristas demuestran un aplomo fuera de duda mientras disparan a
un coche policial, cuyos ocupantes salvan la vida dando marcha atrás. En
los vídeos tomados gracias a varios móviles, se los ve entrenados. Corren pero
no se precipitan; parecen acostumbrados a disparar. Una de las grabaciones
muestra el momento más aterrador, en el bulevar Richard-Lenoir. Se
han producido más disparos con otros policías. El agente Ahmed Merabet está
en el suelo, herido. Un terrorista se le acerca y le grita: "¿Nos
quieres matar?". El policía, inerme, le implora: "¡No,
está bien!". Recibe un disparo en la cabeza por toda respuesta. (La
Vanguardia. 9 de enero).
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