POBRE PREFACIO AL V DÍA DEL ODIO
Soy pensador, por eso soy pobre. Soy artista, por
eso soy pobre. ¿Qué haría si no lo fuera? ¿De qué servirían dinero y talento?
Nosotros tenemos mucho talento. Sobre todo para ser pobres.
Para tener dinero uno tiene que ser mago; extender
la mano para que la dignidad se reduzca hasta desaparecer. Reconocer el poder
de los poderosos y el dinero de los adinerados.
Otra forma clásica de ser pobre es ser alcohólico.
Otra, no tan popular, es ser pobre y pensar. Para ser rico no se necesita saber
nada. Uno nace así. Pero de todos modos terminan en una universidad muy cara
leyendo sobre Marx y a un montón de idiotas que también leen y escriben sobre
Marx.
Pero nadie quiere pensamientos. Porque si paro en
esta esquina y comienzo a vender pensamientos y curitas, es seguro que termino
primero cien curitas antes que cien pensamientos. Porque los pobres tienen más
heridas y dolor. Tanto así, que casi no tienen tiempo para el razonamiento.
Además necesitan cosas mucho más primordiales como agua, pan, k bits y promociones
por minuto; una esperanza de tapa marcada, una ilusión sin motivo.
Yo mismo me he visto tentado a dar talleres de cómo
ser pobre. Porque además de pensar, soy de los pobres a quienes les cuesta
conseguir empleo, uno bueno, por lo menos, como enterrador o maquinista de
tren. Soy de esos ángeles desocupados que flotan en el limbo laboral. Y de esos
somos demasiados. Es que este país es extraño. Apenas uno nace o es extraño
para este país o el país es extraño para uno. Somos pobres de lo más raro. Hay quienes
no tienen zapatos y tienen hectáreas y hectáreas de terrenos y otros vivimos
siempre bajo un techo de felicidad prestada que no sabemos cuánto nos pueda
durar. Ya puedo oír que a mi hija le dicen “ahí va la hija de ese pobre
escritor, que le salen a borbotones de los bolsillos pétalos y gorriones
muertos, que se relame en su fracaso diciendo cosas tan bonitas”. Y yo le diré
“no hagas caso de esa gente que ni puede comprarse sus propios gorriones
muertos”.
Los pobres nacen con deudas, de todo tipo. Pero las
deudas morales son las peores, porque debes ser inicialmente un buen niño,
luego debes ser un buen alumno, debes ser buen hijo, buen padre y buen
empleado. En resumidas cuentas, debes ser un buen pobre.
Otra cosa es ser pobre, desocupado, pensador y
rebelde. Todo a la vez. Porque cuando eres pensador y rebelde eres
perfectamente consciente de que eres pobre. Tan pobre que no te queda nada más
que libertad. La libertad suficiente como para decir: Esto es mierda. Pero como
todo el mundo lo sabe, te conviertes en un pobre que pierde a sus amigos
pobres, porque lo último que quieren los pobres
es recordar que son pobres.
Ser pobre consiste en olvidar que uno es pobre y
acostarse en la noche y acercarse al profundo amor de Dios y decirle “Querido Dios
haz que ya no sigamos siendo pobres”. Desde luego buscamos a alguien por quien
vivir. Aunque sea por uno mismo. A eso le llamamos amor.
Pero de todos modos, ser pobres da rabia. Por eso
inventamos el día del odio. Porque a los pobres lo que les sobra es amor.
SERGIO GARECA
Julio, 2015